¿Qué tal te ha ido con ese talento que tienes y por el que todos te admiran? No me digas que te estás dedicando a eso que no te gusta pero que por necesidad te toca hacer… te entiendo, hay que pagar las cuentas verdad? No crees que si desarrollas ese don innato, te pudiera ir mejor en la vida? Escucha esta historia:

Imagina a un hombre muy rico que tenía que viajar por un largo tiempo. Antes de irse, reunió a sus siervos más confiables y les dio una cantidad de talentos de oro a cada uno. Pero antes de seguir con esta historia que nos regaló Jesús, el término “talento” hace más de 2000 años, era una unidad de medida de peso del oro o la plata, así que 1 talento equivaldría aproximadamente a unos 6 mil denarios, que sí era la unidad monetaria de esa época.

Pues bien, a uno le dio cinco talentos, a otro dos y al tercero solo uno. La cantidad que recibió cada siervo dependía de lo que el amo consideraba que cada uno podía hacer con ellas.

El amo les dijo: “Espero que usen estos talentos que les estoy dando de la mejor manera”.

Cuando el amo regresó, llamó a sus siervos para ver qué habían hecho con el encargo que les asignó.

  • El primer siervo había invertido los cinco talentos y había ganado otros cinco. O sea, duplicó sus ganancias.
  • El segundo siervo también invirtió sus dos monedas y ganó otras dos.
  • El tercer siervo, en cambio, tenía tanto miedo de arriesgarse y de perder el dinero de su amo, que las enterró en la tierra. Él diría, “seguro mató a confianza”.

 

El amo, al llegar de su viaje, convocó a sus 3 sirvientes para saber que habían hecho y se puso muy contento con los dos primeros siervos, porque utilizaron sus talentos para generar ganancias. Éste los recompensó con una jugosa comisión. Pero se enojó mucho con el tercer siervo, porque había sido cobarde y escondió su talento donde nadie lo viera. Así que le quitó el dinero que tenía y se lo dio al primer siervo.

Aquí no aplica eso de que “Los últimos serán los primeros”, porque podrás estar en último lugar, pero si no haces nada con ese talento, difícilmente llegarás a ser de los primeros.

¿Porque me gusta tanto esta historia? Porque pienso que simboliza esos dones que a cada uno de nosotros, nos fueron dados por Dios como un regalo divino. Todos los seres humanos somos necesarios para el equilibrio natural, para mantener la vida en el planeta, así como el resto de los animales que cumplen una importante función que incluso a veces ni le prestamos atención, como el talento natural de las abejas para construir panales geométricamente perfectos y fabricar la miel del néctar que recolectan de las flores.

La mayoría de las veces, relacionamos el talento con lo artístico, el que canta, la que baila, el que toca un instrumento musical, el que hace con sus manos una escultura perfecta, el que pinta mundos abstractos que nos sumergen en otras dimensiones, pero en los lugares más comunes y sencillos, también hay talento y basta con que mires atentamente a tu alrededor todo lo que te rodea… construir la casa donde estas viviendo ahora, obsérvala, contó con el talento, no solo del arquitecto que la diseñó, sino también con el del ingeniero que la desarrolló y el de los albañiles que sabían como mezclar el cemento, poner los bloques de forma armonica y perfecta y conectar todos los servicios con los que cuentas.

Independientemente de tu oficio y profesión, hay una luz dentro de cada uno que se encuentra encendida cuando nos dedicamos a eso que nos apasiona y que además… ¡Hacemos muy bien y con poco esfuerzo! Bueno, eso del “esfuerzo” es relativo, porque cuando amas lo que haces, lo haces con amor y todo resulta muy fácil.

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